domingo, 1 de julho de 2012

Apacienta mis ovejas...

Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le dice: Sí Señor; tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos. Le vuelve a decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis ovejas. Le dice la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Se entristeció Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le dice: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas.” João 21:15-17

En las primeras veces que Jesús pregunta a Pedro, El usa la palabra que indica el amor ágape, el amor perfecto de Dios, aquello que Él tiene por nosotros. Pedro responde que le ama usando la palabra “fileo”, que indica el amor de amigo, el amor que, en verdad, significa “me le gusta”, “tengo afección por ti”. Cuando pregunta por la tercera vez, Jesús usa la misma palabra de Pedro, la que representa el amor de amistad, y Pedro también le responde con ella.

Mucho se dice sobre ese pasaje bíblico. Para algunos, las tres veces que Jesús pregunta a Pedro sirven para recordarle las tres negativas antes de la crucifixión. Otras personas dicen que la repetición de las preguntas sirven para hacer Pedro (y cada uno de nosotros) reflejar sobre qué tipo de amor tenemos por Él, un amor imperfecto que aún necesita ser perfeccionado. Pero, aquí, deseo llamar tu atención para los pedidos de Cristo. Mismo sabiendo que el amor de Pedro era imperfecto, le pidió: “Apacienta mis ovejas”.

Dios sabe que el amor que tenemos por Él nos es perfecto, que estamos aprendiendo a amarlo de todo nuestro corazón, con todas las nuestras fuerzas, con todo nuestra comprensión y alma. A pesar de esa “imperfección”, Él nos da una tarea: cuidar de sus ovejas. Y atenta que dice: “corderos” y “ovejas”.

Apacentar significa “llevar al pasto”, “sustentar (dando alimento)”, “nutrir”, y eso implica en “guardar el rebaño en el pasto, cuidar de él”.

En Jo 15:16, está escrito:

“No me elegisteis vosotros a mí, mas yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca;” João 15:16a

Él nos he elegido para que tengamos frutos y “frutos que permanezcan”. ¿Lo que son los frutos? Son discípulos, personas que se entreguen a Él y síganlo hasta los últimos días. Entonces, no podemos simplemente descansar eternamente en sus brazos de amor. ¡Tenemos que fructificar! ¿De qué manera? Apacentando sus corderitos, sus ovejas. Cuidando de ellos, les dando los nutrientes necesarios para que crezcan y sean fuertes. Eses nutrientes están en la Palabra de Dios. Así, todo que evangeliza, aconseja, enseña, orienta su hermano las personas y hermanos en Cristo, está ayudando el Maestro a apacentar sus ovejas, no importa cual edad tengan, si corderitos o ovejas.

“Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo.” Mateus 28:19-20

Para “hacer discípulos” se tiene que trabajar mucho. Así, cuando te vieres con mucho trabajo en tu ministerio, no pienses que está a hacer algo errado o contrario a la voluntad de Dios. Tal vez estés haciendo algo que otra persona debería hacer, pero hay un madero a cargar:

“Y llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su madero, y sígame.Marcos 8:34

No hay madero de papel. El madero es nuestra obra para Dios. El madero que Jesús tuvo cargar era entregarse en el por cada pecador. Jesús sufrió, lloró, se esforzó para hacer lo que estaba en corazón del Padre. En momento alguno, se dice en las Escrituras que Él reclamó o murmuró.

Hay personas que dicen: “como para Dios nuestras obras son obras de inmundicia, todo lo que hacemos para Él de nada sirve”. Pero, las obras que delante Él son inmundicias, son las obras de la carne, aquellas hechas por dirección del Espíritu no las son. Recibiremos una recompensa por ellas:

“Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su salario conforme a su labor.” 1 Coríntios 3:8

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.” 1 Coríntios 15:58

No pienses que Dios te eligió para quedarse tranquilo, sin nada hacer. No, hay corderos y ovejas para apacentar. Hay muchas personas que necesitan conocerlo y ser llevadas hasta Él, hasta el pasto verde, donde hay la verdadera vida, Su vida abundante. Hoy escúchalo decirte: “Apacienta mis corderitos”. “Cuida de mis ovejas”. ¡Ele cuenta contigo!

PS: Hermano, estoy aprendiendo la lengua española; así, perdona los errores.

Nenhum comentário:

Postar um comentário